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Jenas Tyler Durden ( Breves historias, muy breves historias y aún más breves historias )

Algún día

Una hoja cayó silenciosamente al suelo, una flor murió. Todo el camino que hemos realizados juntos es hora de cambiarlo, ahora me adentro en la fría niebla en busca de mi querida, algún día.

viernes, 6 de agosto de 2010

enigmatic landscape


Miraba el resto del paisaje, parecía un autentico abismo. La niebla que dominaba todo el páramo, hacía de él algo enigmático. Mis pies se hundían en el barro, mis manos se congelaban cada vez más y yo, yo solo tenía pánico a mi nueva situación. Detrás de mí, un valle de luces y cemento esperaba mi llegada, sí; la mejor opción era bajar a ese valle.

Caminaba por la fría calle, todo estaba abandonado, salvo una pareja de gatos dispuesto a realizar actos carnales en mi presencia, que guarros. Ahora mismo yo no era nadie tan sólo un hombre que, entre las pobres calles del pueblo manchego y bajo las luces, paseaba sin saber a dónde ir. Me había pasado los días anteriores criticando a la sociedad en un periódico, definiéndola como un charco de barro. Aún guardaba el pequeño artículo, el artículo culpable de mi despido. Ya no era periodista y tampoco policía, yo no sabía que lo pederastas estaban tan protegidos impidiendo la ejecución en el mismo momento de su acto criminal. Me senté en la lámpara de un cañón naval, saqué mi crítica y la volví a leer:

“Todo se define así, charco de barro, no hay nada más. Todo cuanto la sociedad ha intentado hacer para conseguir la satisfacción de la humanidad, ha sido un auténtico fracaso. A lo largo de la historia, se han creado conflictos haciendo de estos, una idea. Esta idea ha sido escrita en papeles que, en su momento, estaban en blanco. Pero, todo lo que implica el significado poder, se sobrevalora usando este privilegio de una manera que…
Lo siento no tengo palabras para definir el método. La humanidad ha ido cavando un agujero, en el que todos han caído. Cada vez más y más, creando un medio de cultivo del que emergerán miles de bacterias patógenas. Un charco de barro, del que cualquier perro desea beber.
Marxismo, Anarquismo, despotismo, burocracia, hipocresía…
Todo nos lleva a la disputa entre la raza, desean la paz mundial, pero mientras exista un privilegiado que gobierne, todo caerá.”

Me quedé, durante unos minutos, extasiado pero no de placer. Mi argumento a veces, carecía de sentido. Comprender mi despido por una crítica a la sociedad, no estaba en mis dotes.

En frente de mí, una pedregosa plaza con numerosas estatuas en honor a escritores y políticos, acompañada por el viento que susurraba canciones que no era capaz de entender. Ahora mismo solo tenía un propósito, alguien murió en este pueblo. Hubo un tiempo, que el entierro era algo ordinario en esta iglesia. Pero, por algo convencional, no se celebraron más entierros. Desde la muerte de una persona que, casualmente, guardaba una estrecha relación conmigo.
Lo único que sabía de esa persona era su antiguo domicilio, la calle almarín número 73. Su casa, situada en uno de los extremos del pueblo, estaba precintada por una señal de la policía nacional. Al lado de la casa, un campo lleno de basura proveniente de la fiesta típica española y el césped totalmente quemado. Me aproximé a la calle que partía en dos el campo. Restos de carne, posiblemente bovina, dibujaba una escena muy cautivadora para mi gusto, la sangre me daba la posibilidad de pensar que pertenecía al animal o al humano y esa incógnita me gustaba.
Todas las luces que continuaban el camino, se apagaron. Pero ese hecho, no me importó demasiado. Lo que me interesaba saber, era la forma de entrar sin revolucionar al vecindario. El ambiente que se respiraba, tan horrendo, me hacía pensar que lo mejor sería derribar la puerta y finalizar la tarea, pero solo soy un invitado, por lo tanto tendría que saltar por el pequeño muro que tenía la casa.

El patio, tan oscuro y dramático, me decía que ya nadie vivía allí, aunque el precintado ya lo explicaba todo. Ahora sí tendría que derribar una puerta, probaría primero con la puerta que da entrada al piso superior. Otra vez no hizo falta, estaba abierto lo que me hizo prevenirme y sacar mi pistola, puede que alguien ya se haya adelantado a mis movimientos. El pasillo con forma de “ele”, era muy simple. Todos los cuadros seguían en su posición, es como si se hubiesen ido de vacaciones dejando todas las puertas abiertas. Para empezar el baño, no creo que me sirviese de mucho, al igual que la cocina. Probé con su habitación, lo más lógico es que encontrase algo de con valor para mi información. El cuarto era lo que más terror podía dar, símbolos anarquistas y satánicos figuraban en las paredes. Pero, gracias a la poca luz que penetraba por la ventana, pude diferenciar lo que más terror daba. El rostro de un hombre muerto asomando por debajo de la cama y una mujer con una espada clavada en el pecho manchada de sangre por todo el cuerpo y la boca abierta, repulsivo. Apestaba a muerto, la sangre manchó toda la cama y parte del suelo. Más restos de sangre manchando las paredes e incluso el techo. Realmente era nauseabundo.
Una pila de papeles en un escritorio marrón, me llamó la atención y me dediqué a leer. Todo eran apuntes de química, comentario de textos y críticas a la sociedad. Solo un libro, Notre-Dame de Paris, escrito por Víctor Hugo. Esa persona aprovechó cada hueco para escribir algo. Lo leí, pero apenas entendí nada, todo estaba descolocado de forma que la relación entre párrafos no existía; pero en esencia, intentaba decir que pasaba. Detrás de mí tenía un ordenador, pero destrozado hasta la última tecla. En la página 39, figuraban una serie de nombres sin vulgarismos ni abreviaturas, nombres como Francisco Poveda y María del Pilar. Al final, escribió:

“Todos saben algo, saben quienes son esos demonios, quienes son mis seguidores, por qué he subido a la fama, todo. En cambio, no estoy dispuesto a confiar en ellos, aunque algunos sean mis amigos. Sé que todos intentan ocultarlo y sabiendo que quiero descubrirlo lo ocultan aún mejor. Cada uno pasará por la fecha que he elegido. Cada paso que doy estoy vigilado por ojos fugaces pero esto camina más lejos. Ya no puedo pasar a lo oculto, solo puedo decir, día 25 de Abril de 2009.”

No sé que quería decir con esa fecha, pero parece ser que esa lista de personas eran posibles asesinos. Miré el calendario, en el 25 de Abril no había nada escrito. No sabía que hacer, sus palabras asustaban y cada minuto que pasaba en aquella habitación me sentía más débil.

Me decidí por salir de aquella casa de una vez por todas, en aquel instante me surgieron una necesidad de sentir el frío de la noche. Nunca me había sentido tan amenazado, el pasillo era cada vez más caluroso y mis pasos derepente sonaron extremadamente fuertes. Me frené para contemplar por última vez la habitación, pero no sé si el sentido engañaba al hacerme oír ruidos salidos de la habitación, cada vez el corazón me latía con más intensidad, cada vez que el ruido sonaba aún más fuerte mi corazón latía más rápido. Respiraba profundamente para calmarme, y me quedé mirando la puerta. Ligeramente se abría dejando paso a la poca luz que la habitación contenía, ya no soportaba más.

Al sentir el frío, me sentí totalmente aliviado. Tenía en mis manos los escritos. Cerré la puerta rápidamente, me sentía en peligro y la oscuridad me calmaba al sentir su frío.
Abrí el libro, y lo primero que llamó mi atención era la esquina izquierda de la portada del libro, el escritor tenía puesto su nombre; Jack, como Jack el destripador. Debajo también escribió algo aprovechando cada hueco entre frase y frase. En este texto, Jack definía el trayecto de una gota de agua que caía al suelo para terminar en una crítica a la sociedad parecida a la mía. Pero, tal vez lo que verdaderamente me impresionó era ver mi nombre escrito en la lista, ¿de qué diablos me conocía? Guardé el libro en el bolsillo interior de mi abrigo y volví a saltar el muro para dirigirme al helipuerto de nuevo, este pueblo me inspiraba inseguridad. Todas las calles vacías de gente, incluso algunas casas destrozadas y los parques llenos de columpios oxidados chirriando por culpa del viento. El sonido del columpio enfocado por una luz, el único columpio atado por cadenas de color bronce. Seguí caminando pasando por alto cada casa y cada edificación popular, como una hermandad de San Cristóbal. Ya apartado de las luces, encendí una pequeña linterna para poder leer el libro:

“He vuelto al mismo restaurante abandonado donde me volvieron hablar.
C/ Real, sin número Bar mi cortijo
¿Estoy loco? Caigo en el abandono del restaurante provocándome mi propio terror. Este terror no proviene de fuentes secundarias como es la oscuridad, los pozos, las arañas…
Proviene de fuentes primarias, soy yo. Es natural este miedo, salto a los numerosos abismos con la esperanza de revivir al muerto. Hace seis años, hace seis años dos personas fallecieron, pero una de ellas no es consciente ni intenta cambiarlo.
De repente, todo se volvió rojo, y numerosas manos manchadas de sangre llamaban a los cristales, sólo pude…”

Realmente, era un paranoico que se dejaba llevar por la locura y no por la razón. Ver manos manchadas de sangre que llamaban a los cristales era un caso de alucinación, tal vez provocada por alguna droga. Debería haber buscado mejor en aquella casa, pero no soportaba más. Este libro, era inútil, podía leer sin dudarlo pero; no llegaría a ninguna conclusión puesto que todo estaba enredado. Cada página decía algo distinto que no tenía que ver nada con el anterior argumento, solo a veces coincidían ligeramente. Al menos había averiguado donde estaba el significado del 25 de Abril de 2009, en la página número 25, ¡já!
Al lado del número de página, Jack planteó una ecuación. Soy de letras, supongo que era una ecuación de segundo grado. Decía así:
“(24x-6).5+4-7x=22x-33”
El resultado era 0.16, pero en esa página no había nada escrito. ¿Para qué entonces, escribió esa ecuación? No daba nada.
Decidí dejar de leer por un momento e ir a la Calle Real, al bar mi cortijo seguro que encontraba algo de valor allí, algo con valor informativo claro.

***

Por suerte, ya amanecía iluminando todo el pueblo. Aunque no lo pareciese, seguía dando miedo por culpa de un banco de niebla que se formó en todo el pueblo. Detrás de mí también persistía la niebla, me impedía totalmente la vista del paisaje. Todo era barro, barro y agua en proceso de absorción por la tierra, y la niebla que sumergía en un mar blanco al pueblo, aportaba el frío.

Otra vez, las calles estaban totalmente abandonadas, ya ni gatos ni el viento acompañaban al escenario. Una plaza amarillenta con un edificio que en la parte superior tenía un reloj que en ese momento sonaba. Parecía la típica saeta española, no lo sé, no entiendo de ese estilo en concreto de música.
No sé por qué, pero quise abrir la puerta para entrar, no sé por qué quería entrar. Aún así, la puerta estaba cerrada. Bueno, en realidad si que tenía que entrar. Desde fuera pude ver un callejero del pueblo, pero no podía apreciar el nombre de la calle que buscaba. Llamé a la puerta, pero nadie acudió a mis llamamientos. No me quedaba otra, romper el cristal y se acabaría este problema. Viendo el abandono del pueblo, creo que a nadie le importaría el ruido de un cristal bruscamente roto. El sonido viajó en forma de eco por todo el pueblo así que, todos lo escucharon pero realmente me daba igual en esa postura.
Al entrar, mis pisadas crujían rompiendo los restos de cristales que en el suelo yacían y al pisar suelo limpio el eco se volvía a extender por el edificio. A mi derecha había un recibidor, y algo escrito con tinta roja en el cristal: “Mucho superior”. Interesante, “mucho superior”, más vulgar imposible. Al lado de la recepción una máquina de agua rota, desde hace bastante tiempo ya que en suelo no había agua, una noche no es suficiente tiempo para que evapore, además del clima. Esto me hacía pensar que el pueblo, estaba abandonado desde hace mucho o que no tenía tiempo para arreglos. El mapa colgado mediante simples chinchetas decía, que la calle real estaba en medio del pueblo. Decidí que tal vez, en otra ocasión, el callejero me sirva.
Salí del edificio mientras guardaba junto a los escritos el plano, al incorporar de nuevo la mirada al frente alguien corría evadiéndose de mí en la niebla. Corrí detrás de el o ella intentando llamar su atención pero, al bajar los escalones de la plaza, ya no estaba. Sofocado, empecé a mirar hacia todos los lados, y caminé por una calle hasta llegar a un cruce. En la esquina derecha, escrito en una placa figuraba el nombre de mi calle, Calle Real. De repente, una banda de niño corrían hacia el lado derecho y con gran velocidad. Les perseguí intentando de nuevo, llamar su atención pero desatendían a mis llamadas. Algo en la pared de una casa me llamó mucho la atención, un cartel ligeramente roto y manchado de color negro causado por la humedad. Escrito con letras borrosas ponía: Bar Mi cortijo.

La puerta estaba bruscamente rota, ni siquiera en ninguna de las ventanas había cristales. Todo el suelo estaba lleno de polvo que al pisar se levantaba espolvoreando mi nariz. En la parte izquierda del bar todo era mesas y anuncios sobre ofertas de trabajo. Dos máquinas tragaperras, una de ellas desvalijada hasta el último céntimo probando así la decadencia del pueblo. En la parte derecha la barra y detrás de ella estantes vacíos, sin ningún rastro de bebidas alcohólicas. Colgada en la pared había un soporte que ordinariamente, se solería utilizar para una pequeña televisión que en las noches de futbol, todo alcohólico acudiría para ver lo que en sus casas no se puede ver.
Pero, por fin algo que me serviría y con creces. En la barra, manchados de café y demás bebidas, un cúmulo de periódicos de la misma imprenta. La fechar era 13 de abril de 2009, las demás fechas solo descendían temporalmente a la destacada. Busqué en los escritos, hacia la página número 13.

“La vida a veces, me sorprende de tal forma que despierta interés. El último fallecido, como ya dije, en el 15 de Abril de 2009, fue el último en verdad. No somos estúpidos, bueno en este caso no puedo generalizar, algunos no lo somos, y sabemos que siguen muriendo acuerdo con la naturaleza. Pero, ¿y la absurda celebración del difunto?, al final el cristianismo se a consumido en este maldito pueblo provocando su propio satanismo. Desde que la última noche me hablaron, el 23 de Marzo de 2009 a las 23:42, ya no existe ese cuidado con las apariciones y no dejan de aparecer para matar, o al menos intentarlo. A pesar de su compleja apariencia no son indestructibles. Solo se puede derrotar con un golpe clave y cada uno es diferente, un problema, ellos son demasiado rápidos.
El 25 de Abril tengo… tengo que solucionar este problema de una forma u otra.
Ahora me toca ir, clavando sus propias espadas a todos.”

Una de las cosas que yo ya estaba totalmente informado, era la ausencia del entierro en este pueblo, pero Jack no habla nada sobre la desaparición de la población.

De nuevo, la sonrisa de los niños apareció de nuevo en el ambiente, esta vez se reían de mí desde la puerta, ¡qué majos!, odio los críos. En ese momento solo me vino la idea de preguntar:

- ¿Dónde están vuestros padres chicos, necesito hablar con ellos? Ya sea de paso, ¿sabéis donde está el cuerpo de policía?

Permanecían inertes a mi pregunta, con la misma sonrisa en la cara y algunos por detrás, se echaban las manos a la boca para disimular sus carcajadas, ¡capullos!

- Por favor, necesito hablar con vuestros padres, ¿dónde están?

Nada, ellos seguían riendo sus propias gracias. Sin previo aviso, corrieron disipándose todos, ¿pretendían que jugase con ellos? Lo siento no tengo nada de tiempo. Se me ocurrió la absurda idea de volver a la casa de Jack, tenía que inspeccionarla mejor.

Las calles, completamente abandonas, ya empezaba a pasar de siniestro a un tema demasiado aburrido. Algo me llamó de nuevo la atención, fue el hecho de que las luces que alumbraban las calles en la noche, ahora estaban todas apagadas. Eso me hizo pensar dos posibles sucesos, son luces automáticas que a una determinada hora se apagan solas o en realidad un encargado lo hacía manualmente, seguramente del ayuntamiento. Tenía todo el día, pero prefería ver la casa de nuevo.
Quería llamar la atención del vecindario rompiendo la puerta de la casa, la puerta principal mas bien un portal. Pasé justo al lado del ayuntamiento, me quedé dos minutos mirando fijamente la hora que el gran reloj marcaba, las cinco y veinticinco. Seguí mi camino llegando al fin, a la puerta de la casa en la que vivía Jack. Le propiné una patada cerca de la cerradura. Abrió al segundo golpe, pero ningún vecino acudió al estruendo.

Un coche negro, totalmente intacto, estaba aparcado dentro de la cochera. Ahora podría buscar una llaves y facilitar mis desplazamientos. Una vez dentro, me aseguré de que nadie viviese aún en la casa, esta vez forcé todas las puertas de la casa para asegurarme de la ausencia del personal.
De día todo era más calmado y menos terrorífico. Salvo en la habitación de Jack, donde aún seguirían los cuerpos, por el momento me quería mantener alejado. Dispuesto abrir la puerta de la cocina, el sonido de una bisagra forzada por una acción y por el óxido me detuvo. De nuevo mi corazón volvía a latir con potencia. Saqué mi pistola dispuesto a defenderme de todo susto, apunté a la puerta y de la habitación, eufórica apareció un perro saltando de alegría y casi llorando. Más bien era una perra, parecía que me conocía de toda la vida a juzgar por sus cariños y peticiones de juego. El perro sinceramente, era un animal que siempre me ha gustado y a todos mis perros le he echado demasiado de menos después de su defunción.

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