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Algún día

Una hoja cayó silenciosamente al suelo, una flor murió. Todo el camino que hemos realizados juntos es hora de cambiarlo, ahora me adentro en la fría niebla en busca de mi querida, algún día.

viernes, 8 de abril de 2011

Dreams



Digamos , dentro de un porcentaje donde cero es la certeza y cien la falacia, que eran las tres de la mañana. Me encontraba delante de una puerta tan inerte como invisible, en un pasillo con iluminado por una luz inexistente. Las gotas de agua caían por la ventana indiscretamente abierta, llovía como si no hubiera haber otro día. Se respiraba un olor tan dulce como un día soleado en un prado verde cerca de un río.
Las manos me temblaban injustamente, hacía frío, un frío punzante. Nostálgico por la pérdida de alguien a quien pude querer abrí la puerta pensando exclusivamente en mi como un niño que quiere su juguete favorito...

Me encontré con lo que podría ser mi idea de apartamento perfecto. Un salón rodeado de libros, una mesa pequeña delante de una gran televisión, detrás de ésta más libros y una cocina mostrada al salón. Otra ventana discretamente abierta, me mostraba el paraíso, una ciudad sin núcleo único y que te sentías acogido por ella aún estando entre cuatro paredes, ¿habría algo más acogedor?
El sofá llamó enseguida mi atención, mullido por el rastro de otro humano reflejaba confort y amabilidad. Encima de él, justo en el centro había algo que delataba al otro humano definitivamente, un sostén negro con bordes blancos y relieve.
Justo detrás del sofá había una puerta...
Detrás de la puerta apareció mi idea de "habitación perfecta". Una guitarra eléctrica, otra, un ordenador, otro portátil, un piano, imágenes colgadas por la pared de forma reivindicativa, hasta la luz era la idónea. Pero en la cama había algo más, mejor dicho alguien más. Cabellos ligeramente ondulados, un cuerpo perfecto dentro de mi canon de belleza, un olor tan dulce con un prado verde cerca de un río. Su mano derecha estaba sobre la almohada y su mano izquierda se escondía de mi debajo de las sábanas, sus ojos cerrados y la boca abierta, entrañable. Me sentía perplejo y no sé si fue eso o mi presencia lo que le hizo despertar:

- Mmmm... hola, ¿has preparado café? Preguntó intentado quitarse el sueño reflejado en su cara frotándose los ojos.
Me preguntaba en ese momento que había sido de mi pasado, simplemente borrado o almacenado de forma despectiva...
- ¿När? Despierta... dijo mientras reía.
- Emmm... no, descuida.

Tuve un cóctel de emociones en ese momento, sabía perfectamente donde estaban todos los utensilios para hacer café. Sentía como si todo hecho o todo suceso era altamente alterable por mi...

Mientras escuchaba el burbujeante sonido del café hirviendo, vino a mi mente el recuerdo de ella y yo sentados en ese sofá, viendo la tele mientras comíamos algo preparado por mi mismo. Apoyado en ella y ella en la esquina de la pared le prometí que nunca la abandonaría, que siempre iba a tener mi esencia materializada, que cutre, pero lo dije.
Fue en ese momento cuando sonaron dos canciones, una relativamente verdadera en la televisión y otra relativamente falta en mi cabeza.

Desperté de mi recuerdo y fijé mi mirada en el calendario, era veinticinco de Abril. Según el calendario del recuerdo era seis Enero. Había fijado y atado fuertemente las palabras dichas en ese momento pero aún me explicaba como había acabado ahí.
Ella salió del cuarto bostezado y estirándose. Me regaló, según ella, un beso. Le ofrecí el café y con mucho gusto se lo bebió para después gritar y provocar una risa en mi cara.

- ¡Diablos! quema...

Nos encontrábamos los dos relajados en la cama, uno al lado del otro. La perfecta luz iluminaba la habitación mostrando como era y no como debía de ser, y esa misma luz nos iluminaba a nosotros como éramos y no como debíamos de ser. La besé mientras las dos canciones seguían sonando en mi cabeza. Las guitarras nos miraban y aunque no decían nada yo sabía que lo pensaban, eramos los únicos en el mundo fuera del cuerpo humano...

Francamente, me gusta que lo hallamos querido así...

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