Nuevos escritores en el blog:
Jenas Tyler Durden ( Breves historias, muy breves historias y aún más breves historias )

Algún día

Una hoja cayó silenciosamente al suelo, una flor murió. Todo el camino que hemos realizados juntos es hora de cambiarlo, ahora me adentro en la fría niebla en busca de mi querida, algún día.

miércoles, 25 de agosto de 2010

No-title (improvisación)


De repente, se fue la luz. La pequeña Isabel tenía miedo. Había ido a por un poco de agua y ahora se encontraba en medio de la noche, sola. Se agarró fuertemente a los brazos de su pequeño peluche. Sabía que no le serviría de nada, pero eso la ayudaba a controlar los nervios. Aún así, no encontraba su habitación; tenía que moverse.

La pequeña Isabel no llegaba a tener la década de edad, pero era consciente de lo que estaba pasando. Sabía que alguien iba detrás de ella. Sabía que su casa no era muy segura. Sabía que no podía seguir parada. Comenzó a andar; sólo un pequeño saliente que chocó contra su pie la pudo parar. El dolor empezó a ser cada vez más fuerte, pero la adrenalina que Isabel había acumulado a lo largo de la noche hizo que el dolor disminuyera gradualmente. No atendía al dolor, sino a una posible bestia que inminentemente la podría atacar. Si, estaba asustada, pero, de pronto, encontró las escaleras. ¡Estaba salvada! Las empezó a subir lentamente y, aunque sentía que estaba más cerca de su acogedora cama, notaba la presencia de un ente cerca de ella. De pronto, una fría brisa recorrió el cuerpo de Isabel. Su cuerpo se paralizó por un instante. Temía, temía por su vida y temía mirar hacia atrás; pero la pequeña lo hizo: giró su cabeza poco a poco para intentar descubrir qué era lo que la perseguía en esa oscura noche. Fue un vistazo corto. No llegó a descubrir nada extraño; la oscuridad penetraba la sala y la débil luz de luna no permitía distinguir forma alguna. No, no había nada; nada en la parte de atrás. Isabel giró de nuevo la cabeza. Un terrible cuerpo se abalanzó contra ella cuando, de repente, Juan se despertó. Hacía meses que el pequeño se sentía confundido, pero, por fin, después de muchos meses, había encontrado una razón por la que sentirse a gusto siendo niño: los monstruos sólo atacarían a las niñas débiles.
Anela Rillav

No hay comentarios:

Publicar un comentario